De la definición de nuestras contraseñas depende prácticamente nuestra vida. Muchos años se ha hablado de la necesidad de establecer contraseñas seguras y lo suficientemente fuertes (habitualmente se utiliza el término inglés “strong” para definirlas) con tal de salvaguardar toda nuestra información.

No debemos olvidar que, si alguien descubriera todas las contraseñas de un individuo, tendría acceso a los datos bancarios, datos personales, correo, redes sociales, y un largo etcétera de elementos de los que somos completamente dependientes.

Los grandes gurús de la seguridad digital siempre nos aconsejan utilizar patrones de contraseñas que las hacen menos vulnerables a ataques hackers. Es muy típico y tópico escuchar: “utilizar mayúsculas y minúsculas”, “utilizar caracteres alfanuméricos”, “utilizar letras y números”, y demás patrones que aparentemente son seguros, o que por lo menos son más seguros que otras contraseñas menos “strong”.

Ahora bien, ¿pensamos en el usuario final cuando hacemos estas afirmaciones? Conozco mucha gente que, ante la necesidad u obligatoriedad de tener una “contraseña segura”, acaba utilizando la misma contraseña para todo, ya que no tiene capacidad para recordar muchas “contraseñas seguras”. ¿Y presenta algún problema esto? Por supuestísimo: Si un hacker descubre una sola de tus contraseñas, las ha descubierto todas. Por tanto, ¿qué es más seguro? ¿Tener una única contraseña segura para todo, o tener contraseñas menos seguras, pero diferentes para cada sitio que necesitemos una contraseña?

Ahora bien, ¿y si le explicamos a la gente que tiene que utilizar dos patrones diferentes para sus contraseñas? Está claro el patrón de seguridad que debemos seguir, pero ¿y si utilizamos también un patrón para recordar las contraseñas? Por ejemplo: ¿Eres seguidor de algún equipo deportivo? ¿Te gustan las motos? Y la tecnología, ¿te apasiona? Pongamos un ejemplo. Imaginemos que somos seguidores de un equipo deportivo. Este equipo, hubo un año que ganó una competición muy importante, y estábamos en el campo para presenciarlo. Y este, es un hecho que nos marcó, y que recordamos con pasión y orgullo. ¿Y si utilizamos ese equipo como patrón?.

Por ejemplo, marcamos un patrón fácil de recordar:
– Nombre del jugador (con la primera letra en mayúscula) + Dorsal + Signo de mayúscula del teclado del último dígito del dorsal
Imaginemos que en este equipo había un jugador que se llamaba Antonio, y que su dorsal era el 21. Podríamos utilizar una contraseña tal que “Antonio21!”.
Imaginemos que es este mismo equipo había una jugadora que se llama Cristina, y que su dorsal era el 14. Podríamos utilizar una contraseña tal que “Cristina14$”.

Con esto conseguimos tener X contraseñas diferentes (tantas como jugadores tuviera aquel equipo), pero un solo patrón para recordar la contraseña. Es decir, si un día se nos olvida una contraseña, sólo tendremos X posibilidades, tantas como jugadores tuviera aquel equipo.

Desde RIC.DOC siempre aconsejamos, en todos nuestros proyectos, que los usuarios utilicen contraseñas seguras, y con patrones recordables, para que no sea grave perder una contraseña, y tampoco sea grave recordar una contraseña olvidada. En cualquiera de nuestros proyectos, dedicamos una pequeña parte a explicar a los usuarios finales ciertas ideas sobre seguridad. ¿Nos necesitas? ¡¡Búscanos!!